jueves, 30 de agosto de 2012

"Reordenamiento Habitacional"

ELABORADO POR: ARQ. JOSE FABIAN CORTES MENDOZA

Estamos inmersos en un tiempo de cambios profundos, estos cambios abarcan las ideas, la tecnología, el modo de producción de los bienes materiales y las formas de relacionarse y comunicarse. Tiempo contradictorio y paradójico en el que las tendencias a la acumulación y la concentración del poder económico y el imperio global de las grandes corporaciones incentivan nuevas respuestas sociales, tecnológicas, productivas, espirituales, políticas y artísticas surgidas desde los lugares y la gente.

Por un lado, se consolidan nuevas formas de dominación más abstractas y lejanas, que cuestionan la soberanía de los Estados y que impulsan procesos de crecimiento que se hacen a costa de la depredación de la naturaleza y de la explotación extrema de la gente. Procesos acelerados tanto por el desorden monetario causado por la falta de valor real de la mayor parte del dinero con el que se especula globalmente a gran escala, a costa de las economías más débiles, como por otros factores que confluyen en las múltiples situaciones críticas que hoy ponen en entredicho la viabilidad misma del mundo que estamos construyendo: crisis financiera, que impacta ya gravemente en varios campos de la economía global; crisis ambiental; crisis energética; crisis alimentaria; crisis del agua; crisis de producción (se producen y mercantilizan masivamente bienes superfluos y se cancela la producción social de bienes básicos); crisis de valores (competencia e individualismo contra complementación y solidaridad).

Por otro lado, emergen iniciativas sociales muy vigorosas que vuelven a colocar al ser humano y la naturaleza en el centro de nuestra ética, semillas de un nuevo proceso civilizatorio y de una cultura a la vez universal y respetuosa de la diversidad. Estos procesos sociales conciben al mundo como espacio y como patrimonio de todos, y a nosotros, los seres humanos, como especie, entes sociales y personas en devenir que se perciben como sujetos activos y responsables en la construcción de una nueva sociedad en armonía con la naturaleza, al implementar observatorios ciudadanos descentralizados en los diferentes niveles de gobierno; para crear unas sociedades con mayor participación en sus comunidades o áreas metropolitanas, de esta manera hacer fomentar un binomio habitante-cuidad, ya que esto contribuye al desarrollo de una sociedad demandante y critica ante las instancias gubernamentales haciendo que cada fragmento pueda formar una simbiosis organizacional de orden y participación. De esta forma se crea concernencia y vigilancia hacia los nuevos centros poblacionales y la consolidación de un crecimiento ordenado en las zonas metropolitanas.

Cómo es posible que las periferias sean “lotificadas” masivamente, con el objeto de dar cabida a la creciente demanda de pobladores de ingresos bajos y medios, que han más que cuadruplicado el tamaño de las ciudades en cincuenta años de manera informal y no planeada, los propietarios de cada parcela rural han subdividido para acomodar la demanda atomizada. De este modo, las periferias no muestran una unidad urbana en la que haya coherencia formal y funcional en el crecimiento de la ciudad. Todo lo contrario, las periferias muestran una gran fragmentación espacial y funcional, tipo “plato roto” en el que cada parte del territorio tiene una modalidad diferente de notificación, que con frecuencia contrasta con los criterios funcionales y formales de las parcelaciones colindantes, lo cual con el tiempo provoca un gran conflicto de circulación y de la organización de actividades.

Como se explicó antes, las periferias están vinculadas funcionalmente a la ciudad central mediante carreteras regionales que con el tiempo se convierten en corredores urbanos. Estas vías de acceso son con frecuencia las vías principales de circulación que tienen las estas zonas hacia la ciudad central y sus fuentes de empleo. Y al ubicar sobre ellas equipamiento y servicios, estas vías se convierten en dichos corredores urbanos, y los pueblos conurbados que absorben, en subcentros urbanos de las periferias, los cuales se vuelven catalizadores que le imprimen un mayor impulso de expansión urbana hacia periferias más distantes.

Los diversos “patrones de subdivisión” de la tierra, se aplican indistintamente en cualquier parcela de la periferia urbana dependiendo de su ubicación territorial. De esta manera, todas estas parcelas son susceptibles de ser vendidas, lo que provoca que la oferta de lotes sea muy elástica y que siempre satisfaga a la demanda indistintamente de su nivel de ingresos. En consecuencia, se establece un proceso –hasta ahora– sin fin de conversión del suelo rural al urbano, que ha tenido por resultado una expansión incesante e incontrolada de la mancha urbana de las ciudades hacia sus periferias.

Los planes urbanos de las ciudades han sido siempre rebasados por la realidad en cuanto a sus propuestas de reservas territoriales para crecimiento urbano y de ordenamiento ecológico. Asimismo, las propuestas de estructuración funcional por medio de sistemas de vialidades primarias y ubicación de zonas de equipamiento social en las periferias de futuro crecimiento urbano no han sido respetadas. Y es que simplemente el desarrollo urbano incontrolado persigue beneficios privados (los propietarios de terrenos), en tanto que la planeación urbana persigue en principio beneficios sociales, para lo cual destina algunos terrenos para usos sociales o comunitarios (equipamiento, vialidad u obras de infraestructura). Por supuesto sucede, que los propietarios de estos terrenos antes de verse afectados por las obras comunitarias (según se plantea en el plan maestro urbano de cada ciudad) subdividen y venden a la brevedad, contraviniendo las leyes y normas en que se sustentan.

Uno de los problemas más frecuentes en lo que la norma se refiere, es que los distintos reglamentos de construcción y de urbanización no son actuales y actúan con ordenanzas obsoletas, creados hace treinta años, un ejemplo claro, el caso de Zacatecas (Reglamento y Normas Técnicas de Construcción para le Estado de Zacatecas), creando una discrepancia de crecimiento y planeación hacia el futuro, dado que fueron creadas para satisfacer necesidades especificas a su tiempo.

La creciente vivienda irregular en referencia, genera un sobre costo a la ciudad ya que es necesario el mantenimiento de un estándar en los servicios públicos básicos, estos procesos de conversión de terrenos rurales a urbanos a gran escala generan severos problemas a las ciudades, ya que representan una “carga económica” para los ayuntamientos, pues éstos deben procurarles gradualmente la pavimentación de calles, dotación de infraestructura y suministro del equipamiento social básico, como escuelas o clínicas, por los que la población de bajos ingresos prácticamente no paga nada. La población de la ciudad con mayores ingresos ofrece una gran gama de ocupaciones dentro del sector informal de la economía para cada miembro de una familia de menores ingresos, por medio de las cuales puede sostenerse y con el tiempo ir ampliando y mejorando su vivienda.

Uno de los nuevos paradigmas en el urbanismo de las ciudades es la creación de núcleos habitacionales semi-densificados, ya que en la actualidad en una hectárea se hacen un promedio de 85 viviendas, condición que para el municipio es incosteable entre el equipamiento y dotación de infraestructura, además de que las áreas de donación son inútiles a cualquier programa, ya que se entregan espacios públicos en áreas federales como arroyos, cuencas de ríos con sus remanentes y líneas de servicio en alta tención. Estos problemas muy comunes en las colonias de la periferia, ya que por ser una demanda creciente con frecuencia la factibilidad de servicios, es poca y es otras ocasiones nula, por ello, se platea generar módulos de vivienda multifamiliar para batir esta problemática donde en una hectárea se puedan crear módulos habitacionales de nivel medio he incrementar la vivienda en 250 por ciento, donde se puedan agrupar edificios de vivienda y servicio en uno sólo, es decir, que el uso del terreno correspondiente a vivienda sea menor al 40 por ciento y que el restante se consolide como área verde y pública, garantizando a su vez, terrenos específicos para la planeación futura y creciente en el equipamiento urbano.





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